
Desde la medicina occidental siempre se ha partido desde el análisis, estudio e investigación androcéntrico de la humanidad, tomando al hombre, como medida universal, sujeto de estudio de todas las enfermedades y patologías. En este contexto, el cuerpo de las mujeres ha sido o bien invisibilizado, o por el contrario se ha medicalizado, muchas veces de forma innecesaria o excesiva sin justificación. Esto ha convertido fenómenos vitales y procesos naturales de la vida de las mujeres en enfermedades que necesitan de la intervención médica para devolverles el bienestar y la calidad de vida. Esto ocurre principalmente en 3 etapas clave en la vida de las mujeres, la menstruación, embarazo y menopausia, en torno a las cuales se han creado una multitud de mitos, tabúes, falsas creencias, desinformación, secretismo, que hacen que su aparición en la vida de las mujeres sea vivida con gran malestar, incertidumbre, rechazo, dolores y bajo una mirada negativa.
Lo cierto es que desde nuestra primera menstruación hasta la menopausia, nuestra realidad como mujeres conlleva cambios cíclicos continuos con cada ciclo menstrual. Si bien se han descrito más de 100 síntomas para el denominado síndrome premenstrual (SPM), la realidad es que tal como lo señalan Magda García Porta en su análisis antropológico del SPM (1) y Kimberly Ann Yonkers, MD et al en su artículo sobre el SPM (2), en la literatura médica existe confusión sobre este tema así como un fallo constante en la identificación de una causa biológica a pesar de llevar ya 60 años de intentos. De acuerdo con Magda García, actualmente no hay evidencia alguna que pueda sostener una o más de las siguientes teorías biológicas: niveles bajos de progesterona, niveles altos de estrógenos, caída en los niveles de estrógenos, cambios en las ratios de estrógeno/ progesterona, actividad incrementada de aldosterona, interrupción/ retirada de endorfinas endógenas, hipoglucemia subclínica, respuesta a prostaglandinas, deficiencias vitamínicas y secreción excesiva de prolactina, entre otras. Aun y así la investigación médica crece en lugar de decrecer, cosa que sugiere que hay algo especial en el SPM que lo distingue de otras condiciones médicas.
A su vez muchos autores coinciden en que un cierto grado de incomodidad durante la fase luteal probablemente se deba considerar como un proceso fisiológico más que patológico, ya que la mayoría de las mujeres en edad reproductiva reportan al menos síntomas premenstruales leves. Por tanto, si toda mujer experimenta cambios fisiológicos y endocrinos asociados a la ovulación y menstruación y no hay consenso científico sobre la causa biológica que produce el SPM, cabe preguntarse ¿por qué durante el siglo XX éstos síntomas han acabado siendo intolerables tanto para las mismas mujeres como para la cultura en la que viven? Nos puede ayudar a responder esta cuestión plantearnos quién se beneficia de esta categorización. Y es que la medicalización y patologización (que en la mayoría de las veces se traduce en una psicopatologización) de los eventos reproductivos normales como la menstruación y la menopausia abren un mercado en la industria farmacéutica de dimensiones incalculables, las cuales a su vez están detrás de algunos de los estudios que se publican al respecto.
Por otro lado, tal y como lo describen Jane M. Ussher & Janette Perz en su artículo sobre las enfermedades de género (3), el SPM y el trastorno disfórico premenstrual (TDP) en regiones como América del Norte, Europa occidental y Australia, son debidos a construcciones culturales negativas, donde la fase premenstrual del ciclo se considera como un momento de perturbación psicológica y de debilidad de la mujer. Por el contrario, en culturas como Hong Kong, China o India, donde la menstruación se considera como un evento natural, las mujeres rara vez reportan estados de ánimo premenstruales negativos. Esto ha llevado a las autoras a considerar al SPM y al TDP como síndromes ligados a la cultura, ya que es esta la que ha dado forma a los cambios físicos y psicológicos que han llegado a considerarse síntomas del SPM. Adicional a esto, las autoras señalan que las premisas que equiparan los estados de ánimo y experiencias corporales peri-menstruales con hechos patológicos, reflejan una posición mecanicista que conceptualiza la identidad de la mujer con ideales a menudo poco realistas, esperando de ellas tranquilidad y control racional de forma constante, llegando a catalogar cualquier desviación de la norma como signo de enfermedad.
Así pues la respuesta a la pregunta de si existe o no el SPM se queda en una invitación a una visión más holística de la ciclicidad femenina, eliminando la connotación negativa que a nivel popular se le asigna al SPM y brindando a su vez información adecuada que ayude a las niñas a crecer con una aceptación y conocimiento de su cuerpo que les permita una mejor gestión de su feminidad. A nivel de la comunidad la invitación es a trabajar por una red de soporte, ya que como lo menciona Marta León en relación al efecto placebo sobre el SPM (4) recibir atención puede reducir significativamente los denominados síntomas premenstruales. A nivel de investigación, la invitación puede ser a dedicar mayores recursos y esfuerzos a patologías realmente problemáticas como la endometriosis, la cual afecta significativamente la vida de muchas mujeres, sin existir a nivel alopático información concluyente o un tratamiento eficaz que pueda ayudar a las que lo padecen. Por último, para todas las mujeres mi invitación es a conectar con nuestro ciclo menstrual y sus cuatro fases (pre-ovulación, ovulación, pre-menstruación y menstruación) reconociendo y respetando en nosotras los ritmos cambiantes de nuestra energía, emociones, necesidades, concentración, sexualidad y creatividad, y entendiendo nuestro ciclo menstrual como una guía interna continua y una enorme fuerza elemental, en vez de juzgarlo como un problema o lastre.
REFERENCIAS
- García Porta Magda. SÍNDROME PREMENSTRUAL (SPM): APROXIMACIÓN CRÍTICA. Publicado en AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, Ed. Electrónica Volumen 1, Número 1. Enero-Febrero 2006. Pp. 80-102
- Ann Yonkers Kimberly, MD, Prof. P M Shaughn O’Brien, Prof. Elias Eriksson, MD. PREMENSTRUAL SYNDROME. NIH Public Access, 2008. Published in final edited form as: Lancet. 2008 April 5; 371(9619): 1200–1210.
- Ussher Jane M. & Perz Janette. PMS AS A GENDERED ILLNESS LINKED TO THE CONSTRUCTION AND RELATIONAL EXPERIENCE OF HETERO-FEMININITY. Abril 2011. Publicado en Sex Roles · April 2013.
- León García Marta. SEROTONINA, CICLO MENSTRUAL Y SÍNDROME PREMENSTRUAL. Publicado en Medicina Naturista, 2015; Vol. 9 - N.º 2: 103-108