
Por si no lo sabías tu vagina está habitada por un ecosistema muy diverso de microorganismos conocido como microbiota vaginal. Esta microbiota está dominada por microorganismos con nombres tan peculiares como Lactobacillus crispatus, L. jensenii y L. gasseri. Estos lactobacilos predominan en el 70% de tu flora vaginal. Su misión principal es proteger a la mucosa vaginal frente al establecimiento de microorganismos patógenos mediante adherencia al epitelio y la producción de compuestos antimicrobianos. Estos microorganismos trabajan día y noche para mantener el pH vaginal acido que nos protege de infecciones bacterianas como la candidiasis, vaginosis bacteriana, infecciones urinarias, e infecciones de transmisión sexual. Si estas bacterias fallan en su trabajo, los hongos o ciertas cepas bacterianas como la cándida sacan ventaja y causan un desorden ecológico del microbioma vaginal, que desemboca en la aparición de estas infecciones. Esto es lo que ocurre cuando tienes picor, ardor, dolor, secreción, mal olor, irritación, entre otros síntomas molestos en tu vagina.
LOS VIAJES DE LA CÁNDIDA
Vamos a hablar más en detalle de la cándida albicans, el patógeno fúngico humano más común que está detrás de tus infecciones vaginales. Esta levadura es parte de la flora intestinal y vaginal normal. Sin embargo, cuando el sistema inmunológico de una persona está comprometido, puede haber un sobrecrecimiento y desplazarse del intestino y causar infecciones en cualquier parte del cuerpo incluida tu vagina. La cándida produce una gran cantidad de sustancias biológicamente activas llamadas micotoxinas (entre ellas el acetaldehído) que pueden viajar virtualmente a todos los órganos y tejidos en el cuerpo, siendo responsables de iniciar no solo tus infecciones vaginales, sino muchas enfermedades degenerativas. De hecho, las cándidas están relacionadas con casi cualquier problema de salud que puedas imaginar. Cuando estas toxinas entran al torrente sanguíneo pueden producir una serie de multivariados síntomas que pueden ir desde la fatiga, pérdida de memoria, depresión, mareos, baja líbido, hasta emociones impredecibles, entre muchos otros. ¿Te resulta familiar?
Por si esto fuera poco, se estima que el 75% de todas las mujeres en edad fértil se verá afectada por la candidiasis vulvovaginal al menos una vez en su vida y el 5%-8% de estas mujeres sufrirán de episodios recurrentes, que requieren una terapia antimicótica continua. La cándida también está relacionada con el síndrome premenstrual (depresión, cambios de humos, hinchazón, retención de líquidos, dolor menstrual, antojos de dulces y dolor de cabeza antes de la menstruación), así como con la cistitis, vaginitis y otras infecciones genito-urinarias persistentes.
CÁNDIDA Y ESTRÓGENOS, UNA RELACIÓN PELIGROSA
La cándida y los estrógenos se influencian mutuamente potenciado sus efectos adversos. El estrógeno puede apoyar el crecimiento no regulado de la cándida, mientras el crecimiento excesivo de la cándida fomenta el exceso de estrógenos. Recordemos que un exceso de estrógenos estimula el crecimiento de tejidos favoreciendo la formación de quistes, fibromas y tumores.
Aquí una vez más las bacterias, esta vez intestinales, juegan un papel clave en el equilibrio de la cándida y de los estrógenos. Cuando tienes suficientes bacterias sanas en el intestino, estas contribuyen a la eliminación segura de estrógenos conjugados a través de las heces. Por el contrario, cuando las bacterias perjudiciales como la cándida están presentes, deterioran el metabolismo del estrógeno y producen una enzima que reactiva el estrógeno y permite su recirculación dando como resultado un exceso de estrógeno.
BÚSQUEDA DE CULPABLES
La cándida prolifera particularmente donde ha habido un severo estrés en el sistema inmunológico, diabetes, o el uso a largo plazo de drogas como antibióticos de amplio espectro, anticonceptivos orales o antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno, entre otros. Ten presente además que los antibióticos están a menudo presentes en el suministro de carne de hoy en día, especialmente en las aves de corral, el ganado y los cerdos.
Una dieta desequilibrada es quizá el factor clave para la aparición de las cándidas y la vaginosis bacteriana. En general las mujeres tienden a estar más expuestas a estas infecciones si tienen una dieta pobre basada en alimentos procesados y baja en alimentos vivos que aporten micronutrientes clave. El principal problema lo constituyen los carbohidratos, especialmente los azúcares simples, que promueven el desarrollo de flora vaginal anormal creando las condiciones favorables para el sobrecrecimiento de hongos como la cándida.
LA DIETA AL RESCATE
Para resolver estos problemas bacterianos en la vagina, principalmente aquellos recurrentes, es necesario comenzar con la eliminación de estos alimentos de la dieta. Se debe además usar remedios naturales (ajo, ácido caprílico, pau d’arco, aceite de orégano) para controlar su crecimiento, además de tomar medidas dirigidas a la curación del revestimiento del intestino (aloe vera, L-glutamina) y favorecer la reconstrucción de la flora intestinal beneficiosa (probióticos). Una solución fácil y libre de drogas consiste en añadir aceite de coco a la dieta lo cual se ha demostrado efectivo para reducir la cantidad de C. albicans en el intestino.
Es importante además llevar una dieta equilibrada, con baja carga glucémica, libre de grasas trans, rica en ácido fólico, y las vitaminas D, E, C, A y beta caroteno, así como productos ricos en calcio y la betaina (esta última se puede encontrar en las bayas de goji, espinacas y remolachas). Será necesario además incluir probióticos tanto en la dieta (caldo de huesos y alimentos fermentados artesanalmente), como en forma de suplemento (tanto oral como vaginal) para normalizar la flora vaginal, ayudar a curar la infección existente y prevenir la recurrencia de dichas infecciones. Se debe a su vez evitar tanto como sea posible todo aquello que altera las bacterias beneficiosas, incluyendo antibióticos, anticonceptivos hormonales y el uso de jabones o duchas vaginales.
Es necesario tener en cuenta que los probióticos son inhibidos por un consumo alto de azúcar, una dieta refinada, cafeína, alcohol, cloro, tabaco, antibióticos, esteroides, vacunas y rayos X. Existe además evidencia de que la caseína, una proteína de la leche que se encuentra en la mayoría de los lácteos comerciales disponibles, también inhibe el crecimiento de los probióticos. Los antibióticos que se encuentran en los productos lácteos son también un factor de supresión de probióticos.
Por último hay una serie de alimentos que tienen propiedades antifúngicas y que pueden ser útiles en cualquier protocolo anticándidas, estos son: ajo crudo a diario (durante un mes), zumo de limón fresco y sin diluir (entre 7 y 21 días seguidos), aloe vera, algas kelp y dulse y cayena.
REFERENCIAS
- THE ROLE OF DIET AND PROBIOTICS IN PREVENTION AND TREATMENT OF BACTERIAL VAGINOSIS AND VULVOVAGINAL CANDIDIASIS IN ADOLESCENT GIRLS AND NON-PREGNANT WOMEN. Malgorzata Mizgier, Grazyna Jarzabek-Bielecka, Kinga Mruczyk, Witold Kedzia. Ginekologia Polska 2020, vol. 91, no. 7, 412–416. VIA MEDICA
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- LA MICROBIOTA VAGINAL: COMPOSICIÓN, PAPEL PROTECTOR,PATOLOGÍA ASOCIADA Y PERSPECTIVAS TERAPÉUTICAS. Rebeca Martína, Nora Soberóna, Fernando Vázqueza,by Juan Evaristo Suárez. Vol. 26. Núm. 3. páginas 160-167 (Marzo 2008)
- COMPLETE CANDIDA YEAST GUIDEBOOK. Jeanne Marie Martin with Zoltan P Rona MD. Three rivers Press. Second edition, 2000.